lunes, 26 de septiembre de 2016

CUANDO SOLO NOS QUEDA AGRADECER

¿Qué es el a hombre, para que tengas de él memoria? ¿O el hijo del hombre, para que le visites? Salmos 8:4
 Hay momentos claves en la vida, de los que por un momento parece que no tenemos escapatoría. Donde una cascada de preguntas bajan a toda velocidad por nuestra mente, envuelta en recuerdos y busquedas de respuestas. Momentos en que los suspiros se confunden con el lloro y la queja es bañada por lágrimas. Nuestra boca manifiesta cansancio buscando y pidiendo fuerzas y una oportunidad más.  Quisieramos sentarnos a negociar con Dios, para regatear un poco más de aliento de vida, entrequejas y murmullos, con cierta pena, deseamos y pedimos a Dios que postergue nuestra ida. ¡Que momentos tan desesperantes!
Cuando no sabemos si confiar en Dios o defendernos, cuando ni siquiera eso pensamos y como un grito de auxilio oramos "Padre nuestro que estás en el cielo..." ! Son momentos decisivos.

Estoy de acuerdo con aquellos que no dudarían en agradecer a Dios por la vida que les permite vivir, los momentos alegres y no tan alegres, por la misericordia infinita de todos los días, por el amor inmerecido, por el favor y la gracia. es la mejor manera de descansar en el Señor, de estregarnos definitivamente a su voluntad, sí, a esa misma voluntad a la que tanto nos cuesta rendirnos.
¿Qué pensar? ¿Qué decir, cuando ya no queremos seguir nadando en contra de la corriente? A pesar de que nuestra oración pueda ser, "Señor, si puedes pasar de mi esta copa". 
Cuando luchar con nuestras fuerzas no es más que gastarnos y acercarnos más rápido a donde no queremos llegar, es mejor agradecer. Conversar agradecimiento es comunicar gratitud a quienes nos rodean, es legar una herencia permanente en el tiempo. Es refrescar el oído de los oyentes, incluyendo el de Jehová. Es sonreír en medio de la tormenta, es tener la esperanza  de aquel "acuérdate de mi, Jesús, cuando vengas en tu reino", que dijo uno de los malechores colgados a un madero junto a Cristo.     

Cuando solo nos queda agradecer, respiremos fe y oración y mientras allá aliento de vida esperemos un milagro. Mientras la mano de Dios se puede ver, al igual que su poder perfeccionarse en las debilidades. Aún podemos ganar uno más para Cristo, mientras haya aliento de vida, mientras haya vino nuevo en nuestro odre podemos vaciarnos en otros,  mientras tengamos semillas que sembrar y terrenos a las vista deseosos de recibir la semilla y dar frutos, no desmayemos. Jesús mismo, a pocos minutos de estregar su espíritu, se ganó a uno de los malechores. El amor no deja de ser a pesar de las circunstancias. 

Cuando Cristo está en nuestro corazón, aun cuando solo nos queda agradecer, sonreimos, adoramos y más que dolor a nuestros familiares, inspiramos descanso, paz y amor; como ese olor fragante del que tanto hablamos cuando entregamos diezmo y ofrendas. 

Pedro Reyes   

  
  

HOY ES EL MOMENTO DE CENAR JUNTO A EL

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20

Como creación de Dios que somos, debemos saber que la biblia dice: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. Romanos 14:11/ Isaías 45:23
Dos veces consecutivas leemos la palabra “toda”. Con el respeto de los que no creen en la palabra de Dios, déjeme decirles algo: esa palabra se cumple.

Ahora, ¿en qué momento se cumple?.  Le respondo: en el mismo momento que usted oye la voz de Jesús y le abre la puerta de su vida.
El problema  es la postergación de ese oír y apertura de puertas. Jesús llama a su creación, porque tanto ama a los seres humanos, que no los olvida a pesar de sus defectos y pecados, los cuales aborrece. Dice Job 33:29-30 He aquí, Dios hace todo esto a menudo con los hombres, para rescatar su alma de la fosa, para que sea iluminado con la luz de la vida.” Y Job 33:14 dice: “Ciertamente Dios habla una vez, y otra vez, pero nadie se da cuenta de ello.

La gente cierra su oído al evangelio, es decir a la palabra de Dios, (aunque hay mucho hijo de Dios que calla, y olvida que esa gente es su mies y es su pueblo) y no puede ser así. Una cosa es que usted le moleste o le fastidie la forma religiosa con la que algunos hermanos le invitan y le platican la palabra de Dios, y otra que a usted le moleste y aburra la palabra de Dios. Amigo usted fue creado por Dios, y Dios, su creador, le dejo un manual de instrucciones y principios que debe seguir para que pueda funcionar conforme al propósito y diseño que Dios creó.  Dios depositó en usted talentos y dones, que ya le habrá hecho saber, entonces ¿por qué se empeña en hacer cosas que sabe usted no son las que le hacen vivir útil y productivo, próspero y bendecido?. Si Dios le dio a usted el poder, la fuerza y sabiduría, para hacer las riquezas ¿por qué se empeña en sacarle mal provecho a ello y de paso dice que lo que ha logrado (que es poco comparado con lo que Dios quiere para usted) lo ha hecho con sus fuerzas?
¿De qué sirve la rebeldía contra Dios, si en cualquier momento sus rodillas se doblarán y su boca se abrirá para confesar el nombre de Dios? ¿Para qué, entonces, rechazar y postergar la compañía de Dios, si sabe usted que él anhela, no lo bueno, sino lo mejor para usted? Si puede andar en bendición desde este momento ¿por qué postergar su decisión de asociarse al mejor líder de todos los tiempos, dueño del oro y de la plata, autor del amor y quien es, en sabiduría y misericordia,  infinito, y para el cual nada es imposible, si cree usted en El?

Reconozco que como seres humanos tendemos a irnos siempre por la puerta ancha. Evitamos la angosta en todo momento. Nos encantan los atajos, las cosas rápidas. Evitamos los procesos y nos perdemos la oportunidad de madurar nuestro carácter, y preferimos brindar con la impaciencia, la desesperación y el afán mientras crecemos física y espiritualmente contaminados por el ego, la angustia ó la desesperanza. Muchos logros han sido fruto de trampas, estafas y sobornos; otros productos de un bien administrado flujo de decisiones enfocados en lo material, que eleva el ego; otros logros son productos de la dirección infalible de Dios. El gozo que produce este último, en las personas,  es incomparable y la gratitud a Dios brota de nuestros labios como natural adoración. En los casos anteriores la alegría se finge ó sencillamente no fluye, no existe, no se valora y por ende, no motiva gratitud. Pero, como les decía, la tendencia es a desesperarnos. A no esperar de Dios, sino a acelerar las cosas conforme a lo que uno mismo  confía, dejando a Dios de lado,  pero como Dios no se aparta de nosotros, nos protege y nos defiende bajo perfil,  muchas veces logramos buenos resultados y pensamos que no necesitamos de El. Consecuencia: “yo me basto por mí mismo, no necesito de Dios, yo no le hago mal a nadie, por tanto eso de la palabra de Dios la postergo y por ahora no me interesa la religión.”  Muy en el fondo el espíritu de incredulidad acecha, pues muy superficialmente se esconde en las mentes el “ver para creer”.

San Lucas narra en al capítulo 23:39-43 una escena muy interesante, que tiene que ver mucho con la salvación. Llama mi atención el momento en el que se producen dos posiciones distintas a pesar de que dos ladrones estaban en la misma situación: Al borde de la muerte. Uno de los malechores, injuriaba a Jesús, tentándolo (con las mismas estrategias del diablo que Mateo 4:1-11 relata) y tratando de negociar una salida “milagrosa” en ese difícil instante. Por otra parte está el otro malhechor,  quien se molesta por la extrema frialdad del primero, como queriendo decir: “¿Guao!! Ni siquiera a punto de morir temes a Dios?, luego reconoció sus pecados delante de Dios, y además le fue revelado (por creer), que Jesús siendo Dios, se puso al nivel de ellos y  que Jesús es el hijo de Dios, cuando dijo: “Jesús acuérdate de mí cuando entres en tu Reino”.   A lo que inmediatamente Jesús le respondió “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraiso”.  Lo que Dios promete lo cumple, no importa por la situación que estés pasando.  
Si siguen leyendo Lucas 23, se darán cuenta la reacción de otros personajes presentes en la crucifixión, por eso no dudo (aunque la biblia no lo mencione) de que hasta el malhechor incrédulo tuvo que haber reaccionado igual que el oficial del ejército y la muchedumbre que estaban allí reunidas. Recuerdo: Toda rodilla se doblará y toda boca confesará el nombre de Dios.


Por eso insisto, ¿Qué sentido tiene dejar todo para última hora? ¿por qué esperar que una enfermedad, evitable, te ponga contra la pared para orar como Pedro cuando se hundía: “Socorro! Señor ayúdame!!”? ¿Para qué esperar estar en la banca rota para luego decidir depender de Dios?. Si tu matrimonio está siendo amenazado, si tus hijos no están en buenos caminos… ¿qué esperas para rendirte ante Jesús y entregarles tus cargas? No esperes estar colgado de un madero. Hoy es el momento, aunque no sea esa tu situación y estés bien en todo y prosperado, recuerda que navegamos en barcas sobre el mar de la vida y  las tormentas siempre están presentes, pero si Jesús está en tu barca, ¡confía!, pues el te protegerá, te defenderá y te salvará. Hoy es el momento, no lo dejes para última hora. Invítalo a cenar junto a ti.